Liberación 1
El Nuevo Ciclo que iniciamos es una Era de Liberación, de muchos tipos de liberación. Ya en otras ocasiones aprovechamos para comentar este tema, concretamente sobre la liberación de los grilletes de la materia, la liberación del dominio de la personalidad, la liberación de la esclavitud de los fenómenos, de las apariencias y de las ilusiones, la liberación de la tiranía de los preconceptos, de las supersticiones y de las formas mentales aprisonadoras, la liberación del miedo de buscar, conocer y proclamar la verdad, la liberación de los dictadores de ideas, creencias y de formas de comportamiento (sean políticos, periodistas, líderes religiosos o creadores de moda), etc., etc.
Hoy, sin embargo, nos referiremos únicamente a una perspectiva, que consideramos digna de especial reflexión. Os chocará, probablemente, ¡pero de verdad os decimos que la mayoría de vosotros precisa de liberarse del hábito de hacer lo que le apetece!
Cuando, pura y simplemente, hacéis lo que os apetece (alegando que nadie tiene que ver con eso), estáis, con mucha frecuencia, obedeciendo a vuestros deseos instintivos y egoístas sin pensar a quien podéis herir, molestar o perjudicar con vuestra actitud. Daos cuenta que no aludimos a las situaciones en que hacéis lo que vuestra consciencia interior os dice, porque ese, entonces, es un comportamiento correcto y justo, luego por tanto irreprochable. Tampoco nos referimos a la mera satisfacción inofensiva de “apetitos” desprovista de cualquier de cualquier repercusión negativa. Lo que sí pretendemos es llamar la atención sobre los casos (tan repetidos) en los que por actuar irreflexiva, liviana o arrogantemente (sin consideración por nada ni por nadie aparte de vuestro yo inferior, de vuestra irritación, de vuestra pequeña comodidad) provocais daños, contratiempos, conflictos, problemas y sufrimientos.
Con este tipo de actitud, no solo perjudicáis a terceros, sino además a vosotros mismos, al crear situaciones embarazosas y líos indeseables. Hacer lo que apetece (en ese sentido) es apenas un reflejo del barniz exterior, de la mano superficial, del fuego de las ilusiones que cubre vuestro ser más profundo y real.
Siempre que por comodidad o por ambición personal, alimentáis esa apariencia ilusoria y volvéis la espalda a la realidad, estáis reforzando vuestra inmersión en el infierno, en el mundo del ostracismo, de indiferencia, de egoísmo, de agresión y de guerra en que continuamente se arrastran (ya sea como verdugos o como víctimas) los que “hacen lo que les apetece”, o sea, lo que apetece a su yo inferior, a su personalidad separatista.
Solo podréis, kármicamente, salir de ese pantano aprisionante, liberándoos de la tiranía de lo que al egoísmo separatista (ilusoriamente) apetece, y despertando para el amor y para la identificación –sí, ¡para la identificación!- con todos vuestros compañeros de camino.
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