La nueva Era y el trabajo grupal
Como ya sabéis muchos de vosotros, estamos entrando en la Era del 7º Rayo, cuyas cualidades y atributos fundamentales son: el Orden, la Liberación, el Servicio Organizado, el Ritmo, la Magia y el Ritual. Porque es así, fácilmente se deduce que la comprensión del significado y de la importancia del Ritual, y su consecuente aplicación práctica, tendrán una importancia especial en esta Nueva Era. Por eso, aquellos que permanecen insensibles al valor (esotérico) del Ceremonial o que incluso proclaman –liviana e irreflexivamente- que el Ritualismo debe desaparecer con el advenimiento de la Nueva Era no atienden a una de las tónicas fundamentales de esa misma Nueva Era de la que, supuestamente, hablan.
No obstante, de igual modo cometen un error aquellos que se concentran excesivamente en los Ritos ( ya que todo exceso constituye un error) o, sobre todo, los que invierten la jerarquía de los niveles de conciencia y manifestación. La verdad es que, antes de crearse la forma ritual, es importante que el alma que idealmente debería de expresarse a través de esa forma debiera de haber sido generada, estabilizada y comprendida, Antes de producirse la letra, es necesario que exista el espíritu viviente. Antes de darse la manifestación, es indispensable haber desarrollado la consciencia que la puede impregnar, para así hacerse presente. En caso contrario, la forma provoca el aborto de la cualidad y poco más tendremos que prácticas externas vacías, artificiales (quizás exhibicionistas o pretenciosas) y siempre estériles desde el punto de vista real.
Donde, no obstante, está presente aquella noción de prioridad, donde un propósito superior se encuentra claramente delineado, donde el alma preexiste a la forma (manifestándose en ella y, no, perdiéndose en ella), el valor mágico del Ritual, potenciado por las características de este nuevo ciclo, es una de las grandes referencias del trabajo jerárquico. De hecho, el Ritual tiene esa fuerza maravillosa capaz de precipitar los arquetipos superiores, de organizar las voluntades dispersas, de congregar, de armonizar y embellecer los mejores anhelos que abriga la consciencia de los que participan en él.
Así, también, están siendo implantadas ya hoy algunas de las formas rituales que se adecuan a los nuevos tiempos, a la consciencia alcanzada por la humanidad, a la venidera “civilización del amor, de la belleza y de la verdad; de la alegría, de la comunión y de la libertad” (1).
(1) Cita de “Las Nuevas Escrituras, Vol. IV – Enseñanzas del Cristo Maitreya” (Centro Lusitano de Unificación Cultural. Lisboa. Marzo de 1996)
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